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viernes, 12 de agosto de 2016

EL AMOR EN TIEMPOS DE WHATSAPP

Ayer me di cuenta que cuando hablo de chicos, los veo como si fueran las especificaciones de un PC.

Sí, es muy friki, lo sé, pero no puedo evitar ver un chico y pensar mentalmente:
-  A ver, ¿Qué procesador lleva?  ¿Velocidad del procesador?
- ¿Qué tipo de pantalla lleva? ¿Resolución? ¿Reflejará si le da el sol?
- ¿Cuántos puertos USB tiene? ¿2.0, 3.0?
- ¿Cómo va de RAM?
- ¿Y de disco duro? ...
Y así con mi lista interminable de requisitos...

Y claro, viendo las cosas así, es imposible enamorarse!!!
Porque cuando encuentras un PC que es la hostia, que lo tiene todo y además de la mejor calidad... pues resulta que es muy caro y no está a mi alcance, o es de los que venían con un golpecito/tara de fábrica y no se pueden reparar.
Y cuando encuentro uno que tiene una pantalla táctil genial y una gráfica increíble... pues resulta que va muy corto de RAM.
Y cuando uno tiene un disco duro enorme y un montón de entradas USB 3.0, resulta que no tiene salida HDMI, con lo que te tienes que "conformar" con un pc justito en todo, que más o menos te sirve para navegar por Facebook y ver el correo, pero con el que no puedes usar el Autocat o jugar al World Of Warcraft.

Y no, esto no es lo que quiero.

Quiero volver a entrar en una tienda y comprarme un ordenador como cuando me compré el primero, y entré en la tienda y lo vi, allí en la estantería del fondo y dije:
- Es éste!!! Y no quiero otro!!

Pues lo mismo con el amor.


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